Tras un año en la cuneta, en la estacada, en el abandono, chupando banquillo… en
definitiva: en el paro, la droga de la comunicación ha vuelto a darme una nueva
dosis. Pero no una cualquiera, no.
No me refiero al hecho puro y duro de asistir a una rueda
prensa, buscar un tema o gestionar desde un gabinete de comunicación alguna
petición de otro periodista, yo hablo de una dosis de compañerismo. En el gremio periodístico, por
lo menos en el mundillo informativo albaceteño, los integrantes de la malograda
prensa no podemos presumir de grandes sueldos, riquezas o propiedades
adquiridas gracias a nuestra profesión, pero sí que podemos sacar pecho de ser
COMPAÑEROS.
Colegas de esos que se ayudan, de los que se alegran de que el otro haya
vuelto al mundo laboral (aunque sea sólo por unos días), de los que no se
saltan ‘la cadena’ a la hora de gestionar un tema, y por supuesto, de aquellos
que se respetan. En definitiva, de
compañeros de batallas que te reciben con una sonrisa y que te hacen sentir
bien y mal a la vez. El Yin gira en
torno a sus expresiones, sus preguntas, la forma en que se dirigen a ti y el
modo en que te muestran su alegría por tu vuelta; y el Yang depende también de
los factores arriba mencionados, pero esta vez por la carencia de los mismos de
ahora en adelante.
Por todo ello, y por muchas más cosas que no puedo contar
por miedo a que se me caiga la lagrimilla, aprovecho este humilde blog para dar
las gracias a quienes durante cinco años han estado conmigo codo con codo en la
redacción, en las ruedas de prensa, en
los ‘canutazos’, o en cualquier acto institucional, cultural, suceso,
inauguración o evento periodístico que se precie.
Gracias por seguir
con los brazos abiertos, así da gusto volver.