miércoles, 6 de febrero de 2013

Zona de confort

“Hay que abandonar la zona de confort”, “La vida empieza donde acaba tu zona de confort”, “Para evolucionar hay que salir de la zona de confort”. Zona de confort, zona de confort, zona de confort… Ésta es, sin lugar a dudas, la zona más manida en la actualidad.

De repente, ese lugar mental en el que nos encontramos cómodos con lo que tenemos, y en el que el miedo a lo desconocido pesa más que las ganas de dar un giro a nuestra vida, ha pasado de ser un completo desconocido para la mayoría de los mortales, a estar presente en conversaciones y publicaciones multimedia al alcance de todos.

Pero, como todo en la vida, las cosas no llegan porque sí. Los post sobre el miedo a sacar los pies del tiesto sólo te invitan a reflexionar cuando ves que para seguir adelante hay que mirar más allá de donde muere el sol en el horizonte.


Toca liarse la manta a la cabeza y buscar nuevos caminos, destinos, trabajos y experiencias que nos lleven a una versión mejorada de nosotros mismos. O por lo menos, una que nos permita volver al mercado laboral, que nos haga sentirnos útiles, que mantenga ocupada nuestra mente y que nos proporcione una recompensa económica con la que podamos mantenernos y continuar siendo independientes.Para ello muchos optarán por ampliar su formación académica (estudiar un máster o aprender algún idioma) mientras esperan que España se recomponga y vuelva a ser un país digno de los sueños de sus habitantes. 

Otros probarán suerte en el extranjero: saldrán a la vieja Europa, en busca de una oportunidad, o viajarán hacia América del Sur obnubilados con la capacidad de crecimiento de lugares como Chile, Brasil o Argentina. Economías emergentes que hace no tanto sufrieron el exilio de sus habitantes.

Paradójicamente un alto porcentaje de éstos viajaron a nuestras fronteras en busca de un sueño español del que no quedan ni las legañas.

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